La Guía de supervisión bancaria del Banco Central Europeo (BCE) enuncia como uno de sus principios el que titula como “Supervisión de enfoque riesgo”. La aplicación de este principio supervisor radica, entre otras concretas actuaciones, en la periódica identificación de los principales riesgos que pueden afectar a las entidades sometidas a esa supervisión. En esa línea cabe mencionar el documento que recientemente ha difundido el BCE bajo el título ECB Banking Supervision: Risk Assessment for 2019 que propone una identificación de los riesgos que amenazarán la actividad de las entidades bancarias a lo largo del año 2019, así como la graduación de dichos riesgos.
El punto de partida de este breve e importante documento es relativamente sencillo. La identificación del riesgo o de los riesgos es, en primer lugar, un criterio o programa de supervisión. Anticipa las cuestiones sobre las que la actuación supervisora se va a proyectar con especial intensidad en el período correspondiente. Junto a ese primer efecto, la determinación de los riesgos por el BCE conlleva, en segundo lugar, un efecto indirecto sobre las entidades. Esa identificación es una advertencia qué estás deben atender a la hora de aplicar su propia política de riesgos.
El documento en cuestión se abre con un mapa que viene a ser una especie de cuadro gráfico en el que de manera muy simple se recogen todos los riesgos merecedores de consideración por parte del BCE y se gradúan en función del impacto y de la probabilidad atribuida a cada uno de ellos.
El BCE identifica una pluralidad de riesgos y destaca, de entre ellos, los que llama riesgos prominentes que serían los vinculados con las incertidumbres geopoliticas, el alto stock de préstamos dudosos acumulados y la posibilidad de que aparezcan nuevos volúmenes futuros de préstamos dudosos y, en último lugar, los delitos informáticos y las alteraciones de las redes tecnológicas de las entidades. Tras citar estos tres principales riesgos, el documento enuncia otros riesgos potenciales para 2019 de una cierta relevancia, como la evolución de los precios en los mercados financieros, el desarrollo producido en un entorno de bajo tipo de interés y la reacción de las entidades de crédito con respecto a la regulación existente. Esta es la previsión para 2019 que no ignora lo acontecido en el año 2018, período para el que el BCE también publicó la correspondiente predicción. Así, en 2018 el documento reseñado advierte que se ha producido una reducción importante en cuanto a los riesgos económicos y fiscales en el área del euro, sí bien se ha producido un notable incremento de los riesgos geopoliticos y del coste en los mercados financieros. Junto a ello, señala que con respecto al pasado los avances que se producen en la digitalización de la contratación bancaria exacerban los riesgos tecnológicos antes apuntados.
El principal riesgo o factor de incertidumbre de naturaleza geopolítica es el Brexit que sin duda va a incidir sobre la estructura del sistema financiero tal y como lo conocemos.
El segundo riesgo cualificado que destaca el BCE es el alto porcentaje de préstamos dudosos, problema en el que el BCE ya ha formulado repetidas advertencias y cuya reducción viene reclamando desde hace algunos años. Una reducción que el propio documento reconoce que es cualificada, pero que sigue implicando un riesgo ante los altos ratios de morosidad que se mantienen en algunos Estados europeos. El nivel europeo supera ampliamente el correspondiente en otros ámbitos y persiste su efecto negativo para los balances, recursos propios y rentabilidad de las entidades de crédito afectadas. Sucede además que es previsible que ese volumen de préstamos dudosos se vea incrementado por nuevos episodios de morosidad derivados de la política comercial puesta en acción por distintas entidades dentro de la zona euro. Conviene recordar que los esfuerzos del BCE en esta materia se ven acompañados por la presentación por parte de la Comisión Europea de sendas Propuestas de Directiva y Reglamento referidas a los prestamos dudosos o NPLs (non performing loans).
Los riesgos vinculados con el cibercrimen y con otro tipo de incidencias tecnológicas abordan uno de los aspectos esenciales de la actual actividad bancaria. El intento de modernización de las estructuras bancarias, de reducción de costes, de eficiencia y de mejora de los servicios que se prestan a los consumidores pasa por avanzar en la digitalización, pero al mismo tiempo acarrea un riesgo de incidentes que puedan tener lo que se califica como un impacto sistémico.
Otro de los riesgos que merece destacarse es la reacción de los bancos ante la regulación. Señala el documento que habiéndose completado algunas iniciativas regulatorias, la reforma normativa se ha ralentizado. Sin embargo, advierte el documento del BCE que algunas reglamentaciones reclaman su incorporación al Derecho de la Unión Europea. En todo caso, los bancos deben adaptar su modelo de negocio a la nueva situación regulatoria en la que procede distinguir entre sus efectos en el tiempo. Una regulación más severa contribuye a la estabilidad del sistema a medio y largo plazo. Sin embargo, no cabe desconocer, atendiendo al corto plazo, que esa regulación puede limitar la rentabilidad de los bancos y provocar nuevos riesgos, como el de que alguna entidad aplace decisiones e inversiones estratégicas.
Madrid, 12 de noviembre de 2018