Las sucesivas noticias veraniegas sobre la situación de Tesla, conocido fabricante de automóviles eléctricos, me animan a un apunte sobre la situación que pueden atravesar aquellas empresas en las que la figura de su principal ejecutivo es uno de sus factores determinantes ante el mercado.
A raíz de la enfermedad de Steve Jobs, llamé la atención en alguna entrada sobre el drama humano que acompañaba la lógica exigencia de información por parte de los inversores sobre la evolución de la enfermedad de aquél. La intimidad personal y familiar en circunstancias difíciles parecían llamadas a sucumbir a la demanda de tantos inversores que consideraban que la evolución de la enfermedad de Jobs podía implicar problemas para la empresa. El cáncer de una persona se convertía así en información societaria y financiera. Como muestra, esta entrada en la que destacaba el hecho de que el anuncio de la enfermedad lo hiciera el CEO a través de la web de la entidad, con un mensaje dirigido a sus “colegas, clientes y accionistas”.
En el caso de Tesla las cosas no han adquirido similar gravedad personal, pero el problema de fondo comienza a manifestarse de manera similar, dado que el futuro de la empresa se vincula estrechamente con la situación de su principal gestor. La actual convulsión que atraviesa la empresa acerca de su eventual salida de los mercados de valores nació de un simple tweet de su consejero delegado Elon Musk. Para el público en general –al menos desde España- nos resulta problemático identificar a Tesla con alguna otra persona distinta de su primer ejecutivo. La información corporativa básica que he consultado refleja que ocupa los cargos de presidente, “product architect” y CEO, y que lidera el equipo ejecutivo junto con otras dos personas.
No cabe duda que se trata de una persona singular, cuyos éxitos empresariales anteriores y su papel destacado en la fundación y evolución de Tesla han merecido la confianza de acreedores e inversores, pero también que empiezan a encontrarse en los medios de comunicación algunas señas de preocupación ante lo que se ven como problemas personales de Musk. Algunas entrevistas posteriores a la noticia de la privatización de Tesla subrayaban esa situación personal del consejero delegado. Éste es un interesante testimonio acerca de la experiencia: Interviewing Elon Musk. Poco tiempo después conocimos la noticia del abandono de ese proyecto, que se justificaba por el propio Musk en las opiniones recibidas de accionistas e inversores ante una posible “privatización” de la compañía.
El mundo empresarial no escapa a los riesgos del cesarismo, que conforme al Diccionario cabe presentar como la forma de gobierno societario en la cual una sola persona asume y ejerce el poder. Es probable que no falten justificaciones para esa situación. Las personalidades acusadas y que reflejan el talento y la capacidad se convierten sin duda en uno de los principales activos para el desarrollo de una actividad empresarial. La confianza personal se traslada al plano económico. Pero ese camino también puede traducirse en una evolución inversa. La vinculación entre una persona y sus circunstancias y la marcha de la empresa cuesta aceptarlas cuando la dimensión de ésta y de sus actividades superan la mayor de las capacidades. De ese líder empresarial se espera que atenúe su protagonismo directo y que sea capaz de coordinar una gestión y dirección en la que participen otras personas, de manera que se separe la marcha de la empresa de los avatares de su vida personal. Si eso no sucede, la pérdida de la confianza en una sola persona puede terminar perjudicando a todos los intereses vinculados con esa empresa.
Dejando a un lado el asunto Tesla, es obvio que lograr la independencia de una empresa con respecto a su primer ejecutivo (sea o no su fundador o un accionista significativo) es un éxito que en no pocos casos debe atribuirse a éste. Habrá entendido lo que a los césares triunfantes susurraba un esclavo: “recuerda que tan sólo eres un hombre”. No habrá mayor triunfo para ese primer ejecutivo que comprobar, con el paso del tiempo, que al reconocimiento de su aportación directa como gestor principal en la creación y consolidación de la empresa se sumó que ésta continuara creciendo cuando pasó a estar gestionada por otros.
Madrid, 17 de septiembre de 2018